Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2018

A SOLAS

Encontré una hogaza grande; no sabía de quién era, pero me pertenecía. Encontré a una puta triste. Me besó, y sus labios sabían a chocolate. Me pertenecía. Encontré una ilusión del pasado: una con ojos grandes y tiernos, y acompañados por una sonrisa. Ya no me pertenecía. Nunca me perteneció. Encontré el ardor que la sal nunca dejó en mis heridas. Encontré el dolor que jamás dejó en mis córneas el sol con su luz. Me gustan los besos suaves,   el sexo salvaje y las golosinas. Me gusta escuchar cantar a los pericos al atardecer. Me gusta estar solo y besar putas tristes. Me gusta recordar el pasado y escupirlo. Me gusta comer pan con agua de panela caliente. Me gusta fumar cigarrillo en mi habitación. Me gusta dormir mientras sudo como caballo. Me gusta levantarme tarde y masturbarme. Me gusta masturbarme pensando en ti, en ella y en nadie. Me gusta sorber la sopa y bailar a solas. Me gusta mirar mis tatuajes y cortar mi bar

CAMINANDO ENTRE BESTIAS

Las ramas secas en el suelo me recuerdan amores libres que en mis labios ingenuos habían dejado manchas de dolor y olor a trementina. Dinosaurios caminan junto a mí. Dinosaurios grandes, dinosaurios feos. Dinosaurios caminan junto a mí. Veo dinosaurios de colores, y otros de algodón blanco. Lejos, donde se pierden los sueños de los enamorados, puedo ver al rey de esos monstruos: un enorme dinosaurio blanco manchado de sangre. Sobre su lomo viaja ella: Leica. En mi presente es protagonista. En mis fantasías es protagonista. En mi texto ¿también será protagonista? Leica… Majestuosa dama prohibida, diosa del averno; dueña de mil lunas y *capitana de mi espacio; Medusa que había roto mi corazón de piedra, sin quererlo ni buscarlo. El rey de las bestias y la diosa del averno. Y un perdido poeta que se tropieza con su propia estupidez. Un bosque donde todos viven, pero yo muero. No sé si estoy en un lugar de paz o de castigo. Ella jamás será mía, nunca lo f

AGUARDIENTE Y MIEL

Como un lobo solitario yo buscaba prendas abandonadas para seguir adelante. En una ocasión encontré un cisne, uno bello, uno de cristal. Una noche gritó de la nada, y no paraba de cantar. “¡Cállate! No puedo contigo”, le dije sesenta y nueve veces, pero nunca calló. Cuando la tarde moría como un jugo de naranja preparado en la mañana, clavé mi más afilada y brillante daga en su cuello. En mi habitación no paraban de llover esquirlas que cortaban aquí y allá, bañando de fantasía cada rincón y cada ladrillo. Mi castigo nunca ha sido amar, mi castigo siempre ha sido no poder evitarlo. No puedo culpar al jabón por el ardor en mis ojos, culpo a mis descuidadas manos que nunca evitan secar mis lágrimas en cada momento. No puedo decir que el asesino es el culpable, me culpo a mí por estar frente a su pistola. No gustaba de la cerveza, hasta que encontré a una mujer con tres nombres. Me hizo mi primer sexo oral. Era una bota de guerrillero, una bata de hippie. Desd

LUCIÉRNAGA

Contando las botellas vacías, simulando la muerte del sol, susurrando versos de la biblia de los poseídos, viendo morir a una mariposa. Huele a licor, a cigarrillo y a látex. Huele a mentira, a caos y a pesadumbre. Las violetas se pintan como la sangre seca y las luces se apagan cuando más intensamente logran brillar. Las huellas de los dolores hacen la invitación a amar una vez más. La revolución aparece con su arsenal de máscaras y maquillaje. Una guitarra me mira y me dice que la ame; decido hacer caso omiso y seguir mi rumbo. Voy directo al infierno. El fuego no quema tanto como el frío, la verdad no duele tanto como la mentira, tus besos no saben mejor que los caramelos, y tu sexo no me satisface más que los alimentos del bar de la esquina. En el cruce de dos calles se juntan a fumar los amigos de la locura, en la estación de policía se aman a solas dos hombres uniformados, en una montaña ocurre un aborto improvisado, y en mi corazón se siguen deshojando t

AMY LEE

1 Salía de un evento de pintura erótica, de cerveza, de aromas a sexo y de poesía muerta. No tenía rumbo, destino, compañía y mucho menos motivación alguna para continuar la noche buscando placeres o bebiendo cerveza. Acá se manifiesta mi obsesión por el café cuando digo que, si de bebidas amargas se trataba, quería llegar a casa y calentar un poco del mismo para beberlo a solas en mi cuarto.  Llegando a una esquina para tomar un taxi compré un cigarrillo marca Jet, me quedé de pie junto al vendedor para sentirme con algo de calor, y todo sucedía mientras esperaba que hubiese disponible un taxista. Era arriesgado subirse a un taxi a esa hora, y más por esa zona y con el aspecto que llevaba yo con mi sombrero viejo de cincuenta mil pesos.  -Oye, disculpa, eres Franco, ¿verdad? -irrumpió ella en mi silencio, en mi noche, en mi humo y en mi vida. Eran los ojos más hermosos que podía encontrarme en esa etapa de mi vida, y más con la obsesión que tengo con esas miradas tan dulces qu

HIPOTECA MI ALMA

La vida de él estaba vacía, con grandes espacios. Grandes espacios había en su alma, en su corazón, en su cama y en su piel. Había un listado de películas, sueños, planes, conciertos, problemas, canciones, poemas y besos, guardado en su ser. Había un alma rota esperando un respiro que la llevara a su redención. Apareció ella con sus múltiples curvas, con sus abultadas partes y sus sexys caderas. Apareció ella con una envoltura como de bombón de chocolate redondo y jugoso. Apareció ella con su sonrisa, con sus manos rechonchas y suaves. Apareció ella con ganas de amar, de sentir y de vivir. Él la amó. La amó completamente. La amó toda. Él amó cada rincón de su cuerpo. Él amó los pliegues de su piel, amó sus poros húmedos, amó sus vellos corporales, amó sus labios gruesos, amó sus senos redondos, amó sus nalgas grandes, amó sus muslos gruesos, amó sus caderas firmes y a la vez protegidas por una gruesa y exquisita capa de cuerpo. Él amó su alma frágil, amó su corazón

EL MISTERIO DE LAS FLORES

Un poeta solitario caminaba por las calles de una linda Bogotá, que arruinada por el sol no dejaba de brillar. Observaba pero no buscaba, pues cuando lo hacía nada se encontraba. Con gafas, nalgas, senos, labios, putas y damas se tropezaba, y nada lo sorprendía. Nada lo atrapaba. En medio de la séptima, del tumulto y de la tristeza, apareció una flor. Tan envuelta en belleza, fortaleza y corazón. Una rosa tan hermosa que nada se atrevía a cortejarla. El poeta la observó, la analizó y se enamoró. Las calles se volvían grises y frías como él tanto las quería. Ella, la rosa, lo miró. Sus labios quiso besar pero nunca se atrevió. Siendo escritor no requería ser actor. Siendo real no requería fingir dolor. Siendo tan dócil su alma liberó, dejó que la robarán y totalmente la descuidó. ¿Qué hace el poeta con una sombrilla en Bogotá? Mojarse y nada más. Bajaba por una calle nueva, sufriendo y sollozando. Las lágrimas confundidas con la lluvia lo iban atizando. Su