Por ser diferente, por no ser como mi padre. Mi padre era un hombre grande y con barba, levemente atractivo y con una sonrisa asesina. Mi padre era todo un macho, fuerte y viril. Mi madre era sumisa pero bonita. Jamás fue golpeada por mi padre o por sus palabras. Sin embargo, no era feliz como mujer. Yo, en cambio, teniendo pene, manzana de adán, barba y músculos, amaba ser mujer. Me gustaba maquillarme y verme bonita. Me gustaba parecer una muñequita de porcelana. Cuando mi padre no estaba, mamá me ayudaba a verme bella como ella, conservando en mi sonrisa el encanto de mi padre. Pero todo se derrumba y siendo un pobre mortal también me derrumbé. Me enamoré de un hombre como mi padre. Yo le daba placer a pesar de él estar casado y tener 5 hijos. Yo era feliz llenando su cuerpo velludo y fuerte de placeres y mimos. Un 8 de marzo, sin más, me golpeó. Desde ese día me di cuenta de lo difícil que es ser mujer.
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