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DESCANSA TRANQUILO


Cansado de vivir en este lugar, fue a beber nuevamente a la oscura Cueva del duende. Pidió una jarra grande de chichón y una jarra grande de cerveza. Pidió una jarra vacía para poder mezclar las dos bebidas y hacer el famoso refajo santandereano. Acabó las dos jarras de bebidas demasiado rápido para lo que uno acostumbra a ver en este tipo de lugares. 


-¿Por qué vivir?-, preguntó en voz alta y con ese característico tono de borracho. -¿Por qué vivir?, o sea, ¿qué sentido tiene vivir? ¿Para qué vives?-, continuó, mientras con las manos indicaba al cantinero que le llevara una orden igual a la anterior. –La vida es la no necesidad de existir, es no querer existir-. El cantinero, quien trataba de estar atento a estas palabras mientras hacía maromas para atender las otras mesas, le dejó lo solicitado en la mesa frente a él.  


Miró lo que le trajeron. Bufó, suspiró, miró las botellas de bebidas alcohólicas en el estante de enfrente como si fuera un vacío de los que absorben el alma. 


-La vida- dijo, luego suspiró nuevamente. 


-La vida- dijo el cantinero gesticulando con su rostro una expresión de depresión, tratando de demostrar un poco de empatía.  


Aunque no pareciera, el cantinero era su amigo. Bueno, en la medida que la relación por medio de la barra se lo permitía. 


-Es decir, ¿para qué vives?- dijo. Preparó una jarra de refajo y bebió un largo sorbo, bufó y luego continuó: -No importa a quien ames, no importa lo que hagas, no importa cómo busques una sonrisa, siempre terminas al borde del risco observando la caída y decidido a saltar.  


-¿Y ha saltado?-, preguntó el cantinero, a quién ahora llamaremos Hades. 


-De allí vengo, amigo. 


Se fueron las dos jarras de refajo y llegaron otras dos. 


-Pero, para usted no ha de ser difícil poder estar allá afuera. Tiene su porte elegante, su crin amarilla y radiante, su cuerno mágico y su aliento que, sin importar qué, siempre huele a menta-, comentó Hades dejando la nueva entrega de refajo. 


-A mí me sabe a mierda-, dijo Nikkon, nuestro protagonista. 


Nikkon era un unicornio, uno de los pocos que quedaban en el inmenso bosque que representaba este mundo tan extraño y lleno de cosas curiosas. Tenía, efectivamente, una cabellera dorada, un cuerno mágico, un porte elegante y viril, un aliento de eterna menta y un sinfín de habilidades que su magia le otorgaba. Además, podía volar. 


-Ayer renuncié a todo nuevamente, no pude con tanto, me rendí. Quise saltar, quise chocar contra el piso, que todo lo que hay dentro de mi cuerpo saliera para todas partes y pintara de arcoíris todo.  


»Pero no funcionó. Nuevamente quedé vivo, nuevamente me levanté más fuerte. Nuevamente viví. 


Hades miraba atentamente mientras Nikkon hablaba y empezaban a salir lágrimas de sus ojos. Eran hermosas lágrimas. Eran bellas gotas de cristal líquido del más fino. Las lágrimas de unicornio solían ser muy valoradas y costosas por su poder de curar muchos males.  


-¿Me deja tomarlas?- preguntó Hades. 


-¿Qué?- respondió Nikkon.  


-Sus lágrimas-, continuó Hades-. Déjeme tomarlas y todo lo que beba hoy será completamente gratis.  


-Ja, ja, ja. Como siempre- 


-Como siempre. 


-Tunja, 2022-

Nodier Vallejo

Comentarios

Un escrito destacado:

AMY LEE

1 Salía de un evento de pintura erótica, de cerveza, de aromas a sexo y de poesía muerta. No tenía rumbo, destino, compañía y mucho menos motivación alguna para continuar la noche buscando placeres o bebiendo cerveza. Acá se manifiesta mi obsesión por el café cuando digo que, si de bebidas amargas se trataba, quería llegar a casa y calentar un poco del mismo para beberlo a solas en mi cuarto.  Llegando a una esquina para tomar un taxi compré un cigarrillo marca Jet, me quedé de pie junto al vendedor para sentirme con algo de calor, y todo sucedía mientras esperaba que hubiese disponible un taxista. Era arriesgado subirse a un taxi a esa hora, y más por esa zona y con el aspecto que llevaba yo con mi sombrero viejo de cincuenta mil pesos.  -Oye, disculpa, eres Franco, ¿verdad? -irrumpió ella en mi silencio, en mi noche, en mi humo y en mi vida. Eran los ojos más hermosos que podía encontrarme en esa etapa de mi vida, y más con la obsesión que tengo con esas miradas tan dulces qu